ESPECIAL RESTAURACIÓN FORESTAL

En este trabajo evaluamos las diferencias entre la corta y saca de la madera quemada y acumulación de residuos en fajinas frente a la no intervención posincendio, distinguiendo entre masas de latizal y de fustal de pino resinero. El área de estudio se centra en el incendio ocurrido en 2005 en la provincia de Guadalajara, donde se instalaron siete pares de parcelas de 1600 m2. En 2021 se inventariaron los combustibles de cada parcela para conocer su estructura y acumulación, y se  simuló el comportamiento potencial del fuego con el programa Behave Plus. No se detectaron diferencias significativas entre sacar y no sacar la madera quemada en las variables más importantes de comportamiento del fuego, pero sí una tendencia a un mayor peligro y comportamiento potencial en fustales no cortados. Ante la probable recurrencia de incendios, los resultados muestran que 15 años después del incendio es necesario realizar trabajos preventivos para minimizar el riesgo de inicio, propagación y severidad. Los resultados sugieren que es imprescindible investigar la dinámica de descomposición de la madera para conocer su efecto en la acumulación y comportamiento potencial del combustible a largo plazo.

Palabras clave: Combustible forestal, gestión posincendio, descomposición de la madera, pino resinero

1. INTRODUCCIÓN

Tras un incendio forestal es habitual aplicar tratamientos de restauración para mitigar o revertir los impactos negativos del fuego, facilitando la regeneración de la vegetación (Vallejo y Alloza, 2015; Pereira et al., 2019; Underwood et al., 2022) y restaurando el funcionamiento del ecosistema. En la cuenca mediterránea, la restauración posincendio incluye acciones destinadas a proteger el suelo, así como la gestión de árboles quemados y el uso de técnicas activas o pasivas (Vallejo et al., 2012). En España, las acciones de restauración en zonas quemadas han estado tradicionalmente dirigidas por una gestión forestal activa (Bravo et al., 2019; Moreira et al., 2020). 

En masas de coníferas afectadas por el fuego, la corta y saca de la madera quemada es una práctica habitual de gestión posincendio. Esta actuación tiene como objetivos, además de facilitar la regeneración de la masa afectada, reducir el riesgo de aparición de plagas asociadas a la madera quemada, eliminar carga de combustible muerto para reducir el peligro de nuevos incendios y el aprovechamiento de productos con valor de mercado. Sin embargo, en los últimos años, la aplicación sistemática de esta práctica ha sido objeto de controversia, argumentando un potencial efecto negativo de la retirada de la madera quemada sobre diferentes componentes del ecosistema y demandando otras alternativas de gestión posincendio en función de las características de la zona y de los objetivos de la restauración (Castro et al., 2010).