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Encinares cantábricos: la particularidad costera guipuzcoana

Autor(es): Ibai Portu Zuloaga
Nº 55 Año(s): 2012
Sección: Medio natural
Subsección: País Vasco
Observaciones: Páginas 10-19

El encinar, un bosque típicamente mediterráneo, se presenta a modo de islas dispersas en la lluviosa Cornisa Cantábrica (fig. 1). Intentando recrear las condiciones del mundo mediterráneo, se acantona en los suelos más pobres, secos y esqueléticos, generalmente calizas kársticas de fuertes pendientes con poca capacidad de retención de agua. A pesar de recibir abundantes precipitaciones a lo largo del año (>1.000 mm), el agua que cae filtra a profundidad o se escapa rápidamente ladera abajo, como si los terrenos se vaciasen misteriosamente de agua.

Su serie de vegetación, Lauro nobilis–Quercetum ilicis, está representada en su estado maduro clímax por bosques perennifolios esclerófilos, de aspecto a menudo intrincado y con abundancia de lianas y enredaderas que cuelgan del dosel arbóreo (fig.2), en cuyo estrato siempre domina la encina (Quercus ilex subsp. ilex). Estas formaciones son consideradas relictas, supervivientes de la Era Terciaria, testigos de un clima pretérito más benigno y templado. El cortejo florístico, que varía según su nivel de degradación, orientación y altitud, estaría representado de modo general por un estrato arborescente acompañante, formado por el labiérnago (Phillyrea latifolia), el madroño (Arbutus unedo) y el laurel (Laurus nobilis), que pueden alcanzar el estrato arbóreo en algunos enclaves. Bajo el ambiente umbroso impuesto por la pantalla perennifolia superior, copando el espacio entre los árboles, encontramos un profuso estrato lianoide: zarzaparrilla (Smilax aspera), nueza negra (Tamus comunis), hiedra (Hedera helix), junto con un estrato herbáceo dominado por plantas de sombra y amantes de humedad ambiental, como el brusco (Ruscus aculeatus) y numerosos helechos. Por ello, las plantas mediterráneas suelen dominar los estratos superiores mientras que las atlánticas dominan los inferiores (Meaza, 1988). Los musgos, por su parte, pueden tapizar como una alfombra el estrato rocoso.

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