Violín Zhiter

Almudena Córdoba López. Restauradora de Arte
Teodoro Abbad Santiveri

Es difícil concebir la historia sin música y la música sin historia, y un buen ejemplo se percibe siguiendo las evoluciones de los diferentes instrumentos musicales. La tipología instrumentista y sus derivaciones es amplísima, siendo muchas las teorías sobre los originales y sus derivados. El salterio es un instrumento de cuerda usado en la música medieval, casi siempre con caja triangular, aunque también hay variantes trapeciales o rectangulares, y lo usual es tocarlo con los dedos o incluso con púa o plectro. El salterio medieval disponía de 24 cuerdas, y de sus primeras evoluciones surgieron variantes como la cítara de diez cuerdas. La cítara mantuvo su personalidad, pero a su sombra se generaron nuevas formas instrumentistas entre las que cabe destacar, según algunos autores, la guitarra. En cualquier caso recordemos que el término “cítara” proviene de la voz griega kithára, que significa instrumento de cuerdas. No son muchas las obras para cítara o sus variantes que hayan alcanzado reconocimiento popular; entre sus manifestaciones, tal vez la recordada más fácilmente por el público en general sea el tema principal de la banda sonora de la película “El tercer hombre”, dirigida por Carol Reed e interpretada en sus papeles principales por Joseph Cotten y Orson Welles. El tema musical fue compuesto por Anton Karas, resultando una de las composiciones para cítara más famosas de la historia.

Desde aquellas formas iniciales se han derivado gran cantidad de instrumentos, sin que tangamos espacio para citarlos todos, pero a modo de ejemplo vale la pena mencionar al chicotén, instrumento popular en Aragón, que se cuelga sobre el brazo o el hombro del músico, que usa la mano del mismo lado para tocar la flauta de tres aberturas, mientras toca las cuerdas con una baqueta en la otra mano.

En el último tercio del siglo XIX se comenzaba a perfeccionar en Austria un modelo alemán que ha venido a dar finalmente instrumentos como el de la fotografía, y que recibe el nombre de violín zither o violín cítara, lo que a buen seguro sorprende a algunos por la escasa semejanza formal con el violín clásico. Presenta dos cajas de resonancia y soporta en uno de sus lados treinta cuerdas de la misma longitud que la caja, mientras que en el otro aparecen 25 más en longitudes variables, lo que permite tocar simultáneamente la melodía en las cuerdas de la derecha con arco y el acompañamiento o manejo de acordes con la otra mano sobre las cuerdas de la izquierda.

Este instrumento, de aspecto fino y curioso, forma parte de una colección privada y su tamaño permite un cómodo manejo, si bien no parecen ser muchos los virtuosos que lo practican. Para su construcción se utilizó madera de arce en su mayor parte, que se completó con varias facetas de madera de otras especies en diferentes lugares del instrumento para dar la firmeza necesaria y obtener el mayor rendimiento musical. El dibujo central no tiene más finalidad que la ornamentación y completa los grafismos musicales, resultando de todo ello un instrumento de sutil ligereza que no resta fuerza al conjunto final.