El último día, para despedirnos de un intenso fin de semana, madrugón para coger el barco que nos lleve de vuelta a Tenerife. Nos espera la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, declarada Bien Cultural y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Nos recibe el concejal de Turismo de la ciudad, Yeray Rodríguez, para darnos la bienvenida y obsequiarnos con dos libros que relatan la historia de La Laguna.
Comienza una visita guiada por sus calles que nos llevará a vivir, por unos instantes, los primeros años de la ciudad y las circunstancias personales de sus protagonistas que, en ocasiones, son los detalles que más influencia tienen en la historia de los pueblos.
La ciudad de San Cristóbal de la Laguna fue fundada en 1496 por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo sobre una laguna previamente desecada. Este hombre, que llegó a ser el Capitán General de las costas de África, obtuvo el permiso de los Reyes Católicos para conquistar las Islas Canarias y añadirlas a la corte de Castilla en 1493. Financió la expedición con dos empresarios italianos afincados en Sevilla. La historia de la conquista es tan interesante como desconocida para la mayor parte de los españoles y no es este el mejor lugar para contarla, pero merece la pena acercarse a ella para conocer un poco más de nuestro pasado y ayudarnos a comprender un poco más nuestro presente.
El paseo por el centro de La Laguna es tranquilo y agradable, transcurre entre edificios históricos y un gran número de actividades en la calle que, con motivo del día de la Madre, han organizado las asociaciones de la ciudad.
Cuando terminamos la visita guiada, nos queda poco más de una hora para hacer las compras obligadas, antes de salir hacia la comida de despedida.
En el restaurante el Lagar, nos espera el grupo de baile Chajoigo de Barranco Hondo.
Sus seguidillas y jotas nos recuerdan mucho a las de nuestros lugares de origen, en pleno corazón de Castilla o de Aragón. Y sus habaneras, con su tono nostálgico y melodioso, cantadas a coro por todo el grupo, hacen subir la emoción hasta la garganta a más de uno. Nada como la música para apreciar el mestizaje de culturas y para despedir con nota una asamblea que sirvió para recordar que hace cincuenta años unos compañeros tuvieron la brillante idea de crear el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, hoy también de Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural.
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