NP EL CONFINAMIENTO DE LOS INSECTOS. LA BIODIVERSIDAD Y SU CONEXIÓN CON EL SER HUMANO

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nota de prensa

5-JUNIO-2020

EL CONFINAMIENTO DE LOS INSECTOS.
LA BIODIVERSIDAD Y SU CONEXIÓN CON EL SER HUMANO.

  • El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, en el día Mundial del Medio Ambiente, considera necesario poner de manifiesto la necesidad de conservación de los insectos, todos ellos imprescindibles para la vida en nuestro planeta, y así evitar su apocalipsis y la eminente extinción de la entomofauna.
  • La mayoría de los insectos son magníficos sensores de alarma y excelentes bioindicadores del estado de salud ambiental de cada ecosistema.
  • Si un simple virus ha sido capaz de cambiar nuestra manera de vivir y de percibir el mundo, la desaparición de los insectos puede acarrear la extinción del Homo sapiens de la Tierra. 

Los Artrópodos constituyen aproximadamente el 80 % de las especies de organismos vivos que se conocen y cerca del 90 % de los animales. Entre ellos, los insectos, con más de un millón de especies, supone que más de la mitad de todos los seres vivos conocidos (animales y vegetales) son insectos. En España se calcula que esta cifra se sitúa por encima de las 45 .000 especies. Tan solo el orden Coleoptera (escarabajos) cuenta con unas 370.000 especies. Cifras apabullantes si hablamos de biodiversidad y si las comparamos con las 44.000 especies de vertebrados donde se incluyen mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces. Por tanto, los insectos son los animales con más éxito sobre la Tierra, y a la vez los más sensibles a cualquier cambio que afecte al medio natural en el que se desenvuelven.

La enorme diversidad de especies diferentes les proporciona uno de los estatus más relevantes en el reino animal, por lo que desempeñan un papel esencial en todos y cada uno de los ecosistemas del planeta. El mayor beneficio que prestan los insectos es su encomiable labor de mantener el equilibrio necesario en cada ambiente, y sobre todo, el sostenimiento de las cadenas alimenticias y polinización vegetal llevadas a cabo por estos animales; y este servicio a la naturaleza y al sostenimiento de la vida los hacen totalmente gratis. Su pequeño tamaño y capacidad de volar les permite acceder a casi todos los hábitats y microhábitats terrestres y acuáticos que se conocen. 

La mayoría de los insectos son magníficos sensores de alarma y excelentes bioindicadores del estado de salud ambiental de cada ecosistema. Su estudio, catalogación y seguimiento de sus poblaciones, desde un punto de vista tanto cualitativo como cuantitativo, aporta a los científicos los datos necesarios para desarrollar distintos modelos de seguimiento ecológico de cada hábitat. Aun así, en estos últimos 35 años, su dominio en cuanto al número de especies y sobre todo en el número de individuos que conforman sus poblaciones se han disuelto como un azucarillo en un vaso de agua hirviendo. El número de mariposas, polillas, abejas, grillos, saltamontes, escarabajos, hormigas, avispas, moscas, cigarras, luciérnagas, chinches, tijeretas, libélulas, caballitos del diablo…, se ha reducido de forma alarmante en todo el mundo. Casi un tercio de las especies de saltamontes, grillos y chicharras están amenazadas, muchas de ellas en peligro de extinción. Esto mismo sucede de con el resto de órdenes y familias que conforma la Clase Insecta.

Los ciclos biológicos de la mayoría de los insectos son muy sensibles a cualquier cambio. La revista científica Science publicó los escalofriantes datos de la Sociedad Entomológica de Krefeld, en Alemania, que ha constatado que la biomasa de insectos ha disminuido en este país un 80% desde 1989. En Cataluña se sabe que tres cuartas partes de las mariposas están en declive, datos que perfectamente pueden ser extrapolables al resto de España. La reducción de insectos es alarmante y crece cada año.

La riqueza en especies de insectos depende del estado de conservación de las formaciones vegetales, y no solo del tipo de bosque o de matorral considerado. Su diversidad aumenta con la heterogeneidad estructural vegetal y su conservación depende en buena medida de la conservación del medio natural. La transformación y destrucción de los hábitats, proliferación de las carreteras y vías rápidas, el incremento exponencial de piscinas en zonas urbanas, uso indiscriminado de insecticidas (neonicotinoides) y cambio climático son, entre otras muchas, las causas más importantes del declive de esta Clase Zoológica.

El Colegio Oficial de Ingenieros Técnico Forestales está totalmente de acuerdo con la opinión del presidente de la Sociedad Española de Ciencias Forestales, cuando asegura que la falta de gestión forestal sostenible está relacionada con el origen de pandemias como la actual de la Covid-19 y que la deforestación es una de las causas de pérdida de hábitats naturales de especies que entran en contacto con seres humanos y pueden transmitir zoonosis que son el origen de pandemias como la actual. Compartimos también la afirmación de que muchos procesos de deforestación se dan actualmente en bosques tropicales para satisfacer las necesidades de alimentos y materias primas y que una adecuada racionalización del consumo de recursos naturales y una mayor tasa de aprovechamiento forestal sostenible en nuestros bosques reduciría la presión sobre los bosques tropicales y por ende reduciría las pérdidas de hábitats de especies capaces de transmitir estas zoonosis.

Ni siquiera el confinamiento humano en estos meses ha hecho reactivar las poblaciones de insectos. Si un simple virus ha sido capaz de cambiar nuestra manera de vivir y de percibir el mundo, la extinción de los insectos puede acarrear la desaparición de los humanos de la Tierra. Tan solo las abejas polinizan el 30% de las flores; que sumados a las mariposas, escarabajos y resto de insectos llegan a polinizar más del 90%; por tanto casi todo el Reino Vegetal, unas 270.000 especies, dependen de ellos para perpetuarse. Sin ellos no habría fruta que comer.

Por todo ello, el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, en el día Mundial del Medio Ambiente, alerta y considera necesario poner de manifiesto más que nunca la necesidad de conservación de los insectos, todos ellos imprescindibles para la vida en nuestro planeta, y así evitar su apocalipsis y la eminente extinción de la entomofauna. Como muchos científicos anuncian, puede que la sexta gran extinción del tiempo geológico esté tan encima de nosotros que no nos demos cuenta de su presencia. Esto significa pensar en el futuro, a varias generaciones vista y no en pasado mañana. Como dice la UICN: “ninguna especie debería extinguirse”. La biodiversidad constituye el más importante capital natural; su pérdida, junto con el fenómeno del cambio climático son, en la actualidad, los mayores retos medioambientales a los que se enfrenta nuestro planeta. 

 

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