Consola isabelina

Almudena Córdoba López. Restauradora de Arte
Teodoro Abbad Santiveri

Ya hemos comentado en aportaciones anteriores que el concepto de funcionalidad fue poco a poco impregnando la creatividad de ebanistas y diseñadores, resultando muy característico entre otros en este estilo, en el que además la fabricación de los muebles se hace más económica al amparo de la naciente industrialización. Pero no se piense por ello que en el isabelino se pierde elegancia, sobriedad o calidad constructiva. Más bien al contrario, en los tiempos de Isabel II se recuperan rasgos distintivos del estilo imperio y fue profusa la utilización de caoba y palisandro en los primeros muebles construidos, si bien fueron poco a poco empleándose con cierta frecuencia otras maderas, como el nogal e incluso el pino.

Muebles más sencillos por su mayor facilidad constructiva podrían perder elegancia, por lo que se acude a recobrar ideas pretéritas que aseguren el interés de la pieza. Junto a este criterio, la recuperación del gusto napoleónico permite volver a la utilización de cabezas de esfinge, incluso se tornean patas al estilo Luis XVI, se emplean brazos curvados en forma de cisne y un sinfín de detalles que aseguran sobriedad, robustez y elegancia.

En el caso de las consolas se impone la talla, rescatando las volutas y adornos similares, y empiezan a utilizarse chapas decorativas de palma, comenzando la sustitución de caobas por otras maderas también de interés en ebanistería pero de menor coste.

Las consolas ocupan un papel destacado en el legado de este período, y la que ahora presentamos, del genuino isabelino español, destaca por el estucado y dorado del conjunto y las formas trabajadas de los soportes. Especialmente importante es la disposición del cajón central, sacando más partido a la consola tradicional, lo que le confirió el carácter funcional añadido a la estética del momento. La madera utilizada en esta muestra es de pino, lo que no desmerece la robustez del conjunto, y resultando ligera, no pierde sobriedad.

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